jueves, 10 de julio de 2008

RETAZOS DE 1955


Siempre me sentí como una extraña en medio de todas las personas que conocía , estaba todo oculto y una mazmorra me sostenía atrapada para ver mas allá de lo dicho; encontrando discursos que poco entendía entre mi madre y yo.Habían pasado mas días de los pensados y los minutos recorridos se habían topado con los desencuentros, perturbados mis pensamientos bullían, sin razón entre mi cabeza aparentemente callada, quise correr y lamentarme huir de los secretos y de una vida de porcelana que había llevado.
Sin respuestas; sin preguntas, aunque recordé el delirio de mi madre cuando me dijo con su voz temblorosa, que las almas estaban gritando, queriendo salir para no volver; sosegados los ojos no querían levantar la mirada al frente, para no enfrentar la leyenda y encontrar la verdad.
Pero algo más fuerte que ellos quiso revelar lo oculto de la noche y la batalla vudu con los cuerpos cercanos, y la sangre regada entre hermanos perdidos y extraños. Sentí a los cuervos volar cerca de mi rostro. Abrí la puerta que tan claro estaba “no entrar “desde los recuerdos más alejados de mi infancia, hasta los latidos del corazón del hijo en mi vientre, oscura y silenciosa estaba. Busque un toma de energía, al encontrarlo ancle un bombillo y di vuelta hasta que prendió, me acerque a los baúles y cajas, espejos rotos y cartas amarillas, envejecidas y húmedas, retazos de olvido, de una vida pasada, tal vez mía o tal vez no. Encontré cartas de Leda, mi abuela materna escritas a Camilo mi abuelo. Donde suplicaba por el perdón de tantos secretos, de tantos olvidos y de tanta traición, las cartas fueron echadas y sin marca alguna mi destino fué preparado.
Los dobles de las hojas señalaban la cobardía de Leda, las palabras silenciadas de un pasado y un hijo abandonado en el invierno de cada oscuridad, ella había rechazado a su hijo por ser la bendición que no quería, por ser descendiente de su decadente vida.
No quería que este hijo , no le queria tan cerca de su cuerpo, y que sufriera el dolor de su partida y del sobrevivir de su ausencia o su presencia.
Mientras mas leía a Leda, mas la comprendía amaba tanto a su hijo, que temía mostrarle su verdad, para que el no repitiera su insulsa vida (la que ella creía perdida por no seguir sus sueños de grandeza); en cierto modo me identifiqué un poco con ella, sentía que mi vida se había quedado estancada entre aguas quietas invadidas de larvas que se alimentaban de lo poco que me quedaba de existencia. Me perdí en el camino de mis emociones y de lograr la perfección que el contexto esperaba de mí.
Y sentí que perdí las letras de la canción que cantaba para soñar, que perdí su recuerdo y que ella me invitaba al leerla para despertar.Sentía su presencia, cantaba su prosa; me decía que continuara , y que aunque mi madre , su hija; fuera mi protectora , debía liberar mi presencia. Apreté mi mano derecha contra la izquierda, llevándolas a mi rostro, sabía que al salir de ese cuarto lleno de recuerdos, que no fueron míos, pero igual me pertenecían, mi vida cambiaria. Debía enfrentar a mi madre por haber sido tan atrevida y tomar lo que no era mío, según decía; y enfrentarla para arrancar esa torre de Babel, que se interponía.

Salí de aquel cuarto obscuro y solitario, no sabía ni entendía como debía sentirme, estaba tan melancólica y tan serena, que no sabía sin tan solo, como pronunciar una palabra o dejar un suspiro…
Fuí esclava de un Reo que se creía dictador y yo con las llagas de mi alma intentaba no pensar llevando como un títere nada mas, mi cuerpo sin marcha para salvar. Cada parte de la historia me permitía sentir como cayó ella y como caí yo, sin darme cuenta…en la monotonía de una vida o en la muerte de ella.

Después de aquellas palabras que sin presencia me dieron , he sentido ganas de luchar por mi fragilidad hasta volverla digna de peregrinar para encontrar el hechizo que me haga despertar con sus labios en mi pedestal triunfando para amar.

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