lunes, 26 de noviembre de 2018

 Jamás lo había hecho y ambos nos sorprendimos.
“¡Me besó las manos!”, dijo sin dirigirse a nadie en particular, no sé si conmovida por el gesto o aterrada por lo que implicaba; se trataba del tipo de gesto que dice: “Adiós”.
No había mucho más que decir. Nuestra relación se había construido a lo largo de décadas de conversaciones de dos minutos acerca de sus achaques y dolores más recientes. Yo le respondía con una versión editada de mi vida, desprovista de dolor o pesadumbre. Nunca se enteró de mis andanzas en el preámbulo del oscuro valle sexual de mi habitación y del holocausto de mis fallidas dietas para mejorar  mi  energía vital. 
                              
Lo que sí sentí fue un amor nacido del deber y un amor ganado a partir del tiempo compartido, pero no compartíamos la mejor clase de amor, la que se cultiva a partir de la intimidad y la entrega mutua. Ese tipo de amor lo descubrí con alguien más, y ese alguien era el que me estaba  ocultando a mi misma .

Era muy probable que  me  estuviera ocultándome algo. ¿Una pena no resuelta? Había tenido una vida borrascosa ,desdibujada de falta de placer y culpa de reprimir su sedienta capacidad de vivir . Mientras yo estoy cansada de los medios silencios y las medias verdades.De los inequívocos adversos que merodean la vulnerabilidad como una desconocida,como una bruja encasillada como la malvada del cuento.
Tan perversa como vivir en los infiernos,tan tenebrosa como la peor lluvia eléctrica en medio del oscuro bosque. Mi experiencia desde que me permití sentirme  vulnerable   ha despertado al hecho de que el  derecho a la vulnerabilidad,al miedo ,a la diferencia, al desapego, están muy por detrás de dónde debería estar en el despertar.Cada día Me ha dado un nuevo punto de vista y un nuevo aprecio por las muchas personas que como yo viven día a día con todas las barreras de acceso que hay en el entorno. 


“¡Ayyyyyy!”, gritó, levantando los brazos. las despedidas son dolorosas porque  te  sientes incapaz de controlar el hecho de que cada que ocurre una  la culpa de no poder evitarla deambulara  como la Parca por  un rato en los mismos lugares que transitamos. le sujete la mano,la bese ,la apreté y lleve contra mi pecho. Agradecí estar siempre  juntas.Una  de estas mujeres en mi cabeza ,la otra en mi teclado. Construir  procesos nuevos también significa morir  un poco.