jueves, 20 de diciembre de 2007

MADRUGADA


Cierra los ojos;
y empieza a besar
suavemente;
el cuello desnudo
donde se pierden los sentidos
y la nada;
se condensa en una caricia.

El deseo de volar;
nace de la sonrisa del alma.
Y la almohada se viste de fiesta
para recibir;
el encuentro entre los amantes
despiertos entre la primavera y el otoño.

Bulliciosos los minutos se han detenido,
suplicando; por la eternidad
del momento,
fundido entre la piel de cristal.

Se levanta la sabana azul
entre la sal y la palabra
perdiendose en la distancia.

En un sólo suspiro
y en una sola llamada.

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