Sedientos de una noche...
mis ojos y mi voluntad,
se dejaron engañar una vez más;
por tus infinitas palabras,
olvidándome del rótulo
que tienes en el pecho.
Tan piadoso el engaño;
que me hizo regresar...
¡Mentiroso!
Una vez,
me deje enredar en tus silencios,
sacando del infierno un beso más.
Entre un cigarro y tu aliento
no quería despertar,
de ese ligero pensamiento
que duró un poco más.
Un grito;
entre el abismo,
me ha hecho comprender;
que un instante de vos
me puede consumir.
Y una vida sin vos
he de padecer.
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