Entre los retazos del Sol, hablaba en su día , cada silencio degollaba sus dedos puestos en letras de fiesta y su voz.
Caminos de blancas tonadas y lineas de carreras de afanes y entre escaleras bajas y su reloj marcando la hora final de su cuerpo; la vida le complace un segundo.
Segundo que baña su piel de alientos a muerte , sangres infectadas de sus sonrisas paganas que le recuerdan la última canción de Niche, que escuchó en la quinta, borrando las huellas de sus pies descalzos.
Como su escrito y con su pecado llegó a mirar la noche y postrar su rostro al regazo fragmentado de cada gris de su sabor a canela y orgullo.
Olvidada su muerte quedará ante la ausencia silenciosa del sol , quién le brinda su sombra ante la callada sinfonía de vos.
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