domingo, 15 de agosto de 2010

inventario(II)


“Hacer siempre lo incorrecto es una forma de acertar”, lo escuche en la mañana en una canción de Christina, encontrándome con una Christina ya sin los subterráneos. Pero con las mismas letras que me llenan los sentidos. Y frente al computador me pregunto si hacer lo incorrecto es acertar con los deseos de la fe en mí.
O sentir su ironía en sus palabras que se esconden tras el labio superior. ¿Qué han pasado estas 2 décadas que están por cumplir su ciclo en mi? lo intente sin perder la fuerza de mis hombros. Estos últimos 4 meses al calor de un infierno donde el azar ha malherido las veces que me he perdido. Nada se ha puesto tras de mi vestido y en las palabras donde se entonaron los mas perdidos encontré la raza de mi olvido. Buscando en mis viejos escritos encontré el material del que estoy hecha. Tantas palabras, tantos deseos, sueños en polvo, ciudades en la cima que está detrás. Y con el fuego en mis piernas cuando me intentas comulgar. En cada sonrisa perdí mi aliento fui rompiendo partes de mi pasión dejándolas tiradas en el camino, escondiendo un par de trozos en el bolsillo de atrás para recordar la puesta de mi muerte en la calle sin ojal. Sentirte sin tocarte se volvió un ritual, donde me di cuenta que hablo mejor cuando escribo y cuando uso la voz soy un desastre total. Perder la última gota de sangre en el asiento de atrás, buscar los instintos pa´ lograr vivir se quedaron en el baúl de los nombres rotos.

Y aquí está mi boca intentando fumar en medio de la noche que me ínsita a recordar que la soledad invade los sentidos mientras intentas abrazar los latidos del recuerdo que hielan el sabor de mi piel. A veces me aburro del silencio y me dan ganas de escucharte en el baño despistando la mañana. Y mientras mi voz pierde el interés en los bostezos de la semana anterior, escribo para no olvidar quien soy. Los rituales de la mañana en medio de los verdes caminos y mi descontento con la vida que llevo ahora, me permiten vivir una gran crisis que invita a la reflexión. Los ángeles han caído y los Dioses terminado su acto. El antídoto ante la mirada perdida ha encontrado un frente en la trinchera susurrando momentos de noches pasibles ante la frágil ausencia de vos.

Y mientras llegan las 4 pa sentirme feliz, salgo a caminar en medio de la lluvia donde empieza a desmoronarse la máscara que llevo hace tanto tiempo que ya ni maquillaje necesita. Olvide su diseño y creí que era mi rostro pintado de gris.

Agosto 14, me senté a escuchar las violaciones que he cometido ante mis derechos. Dejar de lado la esperanza, tomando duchas de orgullo saciándome de personalidades que son mal formaciones de quien soy, de quien fui. Tomando algún té, pensando en las gotas de lluvia caer como si fueran fragmentos de almas que me acompañan a creer. ¿Dónde estás? Me pregunto y en silencio me escucho –aun detrás- .

Detrás de cada mañana se alimentan las palabras que no puedo decir, que se alimentan del miedo. Mientras intento fortalecer mi aliento para no explotar en el intento.

Hoy siento que es necesario volver a nacer, adolecer y comprender que aun solo de niña entenderé lo que quiero. Volar, construir casas de mariposas, gritar en medio del bosque. Amar las cerraduras de la noche, empezando a ser feliz en medio de la madrugada. Perdiendo los rituales de tanta conversación, las palabras de mi boca son sales en la herida; escritura de mitos y suplicios al oído. Escribiendo encuentro la danza de mis palabras que hielan la ventana del adiós.

Al salir por el bosque y sentirme invisible, me sentí libre de verdad, no me veías y en cambio mi cuerpo clamaba su tranquilidad. Y la niña que se disfrazo de olvido, empezó a vivir en el momento justo de entender que en medio de mil, era especial. Por ser invisible ante la “verdad” viviendo tan solo mi realidad. Viviendo y crecer para ser una niña otra vez.

haciendo mil veces lo incorrecto para acertar a mi felicidad.

sábado, 7 de agosto de 2010

Inventario(I)


Cuando desperté, aun era oscuro, mi cuerpo estaba desnudo ante el frio. Y mis piernas temblaban de agonía. Busque el reloj y su tic tac me despisto, sentí la presión de mi pecho y mi rostro busco la orilla de la cama, frente a la pared. Intentando tapar mis piernas y de nuevo con los ojos cerrados, imaginar el próximo sueño. Aunque mi mente se aleja de quién soy y recuerdo aquellos momentos silenciosos del apto 203 en el edificio O de la calle 66. El silencio oculta mi ventana y siento temblar mis piernas de nuevo. Los sonidos de la noche me asustan, gritan y escucho los pálpitos de mi corazón acelerarse cada vez más. Así que me paro de la cama, enciendo la luz, tomo el libro que está en la mesa de noche. Al buscar el capitulo 5 donde deje la lectura la ultima vez, me encuentro con una foto vieja, borrosa donde estoy yo, jugando con mi padre. Recuerdo ese día muy bien tenía 5 o 6 años. En Calima, recibiendo el frio del día. Jugando, mientras él intenta protegerme. Extraño que me proteja. Cuanto afán tuve por crecer y ahora como me gustaría volver. Gritar y sentir el viento sin vergüenzas. Escribir y disfrutar de los más absurdos cuentos. Dibujar sin forma la cabeza de mi madre y globos en forma de corazón, esconderme debajo de la cama pa´ jugar sin que me molesten, escuchando canciones de gatos con botas y hadas de mar. Y ahora, me encuentro acá, sola escuchando mi silencio. Imaginando desiertos en mi almohada. Haciendo inventarios de mi peso y edad. ¿En qué momento dejo de importarme los viejos placeres pa´ importarme solo cuanto peso y cuantos octubres he vivido? Dejando los chocolates de lado, los globos olvidados y las pepitas de colores fuera del pastel. Sintiendo a Andrés en cada paso, viviendo a Cali entre diez calles de polvo y con grises aromas que me trajo el café. ¿Y que he ganado ahora? Soy un adulto con mil maricadas en la cabeza, conocimientos que al final de mi tiempo ¿De qué putas me servirán? Pintando sobre abanicos la orilla del mar, alejándome del tiempo. ¿En quien me convertí?

Ha amanecido y al levantarme, entrar al baño, lo primero que veo es la mujer en el espejo. Noto que me preocupan las ojeras que lleva, no durmió muy bien, verdad? ¿La culpa esta dentro de vos? Después de ver las heridas en su rostro. Explicándole la tragedia de lo incomprendido de mi parte. Olvidando la pasión de mi cuerpo y el placer de gozar el trabajo. Hoy siendo de mañana, la mañana del 9 siento los pecados de no disfrutar mi trabajo y olvidar al niño que frente a mi me mira, desesperanzado.

Y ¿ahora? ...