miércoles, 28 de diciembre de 2011

historia de 3

Pasadas las horas, las orquídeas empiezan a caer, bajo la brisa de la tarde las aves continúan su vuelo; mientras Miriam teje sentada en su silla de madera una bufanda azul y café. Las horas continúan su paso y las voces de la soledad aturden su plegaria. Más tarde; sin imaginar los acontecimientos póstumos del día, camina hacia el jardín a desahogar su pena ante sus plantas.- ¡¿Cómo está la noche de hoy? Se pregunta sin parar, y con gran ansiedad en su voz, permite que se pierda la fuerza de sus piernas, y la lleve al suelo donde su frio le recuerda la ultima vez; que él, la golpeó y estuvo tan cerca del duro, seco y frio suelo de marfil. Esa noche; meses atrás, él entre sus manos traía apretada su enorme rabia de haber sido humillado en el parque central, donde sus amigos entre cafés matutinos y cigarrillos le decían su pesar de ser el hijo de la mujer que nunca nadie se permitió escuchar.
Cuando tenía 12 años su madre le reveló que antes fué una adolescente que su padre abusaba violentamente y con grandes castigos cuando ella se resistía a sus abusos carnales; su padre la golpeaba de maneras muy feroces, como si fuera un caníbal sediento del sabor de su sangre; se apoderaba con sus dientes de las mejillas inocentes de su rostro, con sus manos de la suavidad de su pelo rubio, hasta que de sí; escurría sangre y perdía fuerza para luchar. Ella; Clementina, a sus 15 años, edad de sueños y rosas para muchas, salió de su casa una mañana para ir a comprar el trago favorito de su padre, para que él aclamara a sus Dioses para y multiplicar su poder ante su hija. Mientras ella, caminante entre las calles sucias del viejo Sucre, olores a aguardiente y cigarrillos baratos, se encontró con una mujer de violetos cabellos, blusa muy corta amarilla y una falda aun roja que mostraba sus bellas piernas.
Clementina se preguntó en ese instante en voz alta-¿Quién será? – me gusta su pelo ¡es muy mmm violeta! mientras sonríe, la mujer se sonríe y le contesta – soy Cintia, pero niña ¿Qué te pasa, te ves triste? entra pequeña, te invito un café y me cuentas, te ayudaré, -. Clementina seducida por el interés de la mujer y su pelo violeta, entra al café, es oscuro y muchas bellas adolescentes se encuentran ahí; con ropas muy ligeras, siendo tan sexuales como podrían ser en el final de su adolescencia. Clementina, inocente, golpeada, humillada, violentada por un padre alcohólico y una madre ausente, quién huyó de casa por temor a que, su padre la asesinara, dejando a su pequeña hija, para que él no tuviera una escusa alguna para buscarla.
Mientras le cuenta su historia con lágrimas en sus ojos a la tan interesa Cintia, ella le brinda un trago de aguardiente para que sienta el paso de su dolor más tenue. Después de muchos minutos de llanto y algunos tragos de aguardientes amargos, Clementina le pregunta si se puede quedar, ella trabaja, se lo jura por su credo y por su vida hace lo que deba hacer, pero ruega no volver a casa .Cintia con gran sonrisa placentera le dice que se puede quedar, sólo debe ser atenta a los pedidos de los clientes que se acerquen y tomar nota clara de ellos para permitirles el mejor servicio.
Ella sonriente y con gran alegría en su voz – claro Señora, muchas gracias; no se arrepentirá de dejarme quedar, muchas gracias - . Y ahí mismo durmió, entre la música tropical y muchos besos, abrazos pagados, sentimientos de papel que se rompen con un peso. Las primeras veces que debió dejar tocar y besar su cuerpo por unas cuantas monedas a cambio, se sentía enferma, sucia, sin intención alguna de vivir. Pero después conoció a su tan querido amigo bazuco quien le enseño que con un poco de él , podía relajarse y sentirse bien con ese poco de cariño que vendía cada noche . Buscando la necesidad de libertad, asediada por los recuerdos de los golpes que su padre le brindó le dice al ayudante del bar, quién en las noches se encarga de “limpiar la ciudad” que le ayude a limpiar sus recuerdos. Silenciosos, buscan en cada calle, el olor a Efraím, su padre y cuando lo encuentran en una cantina en una vieja esquina del centro, se acerca a él con tono de voz sarcástico le dice, -hola papi ¿Cómo estas, no sábes cuanto te he extrañado? Lástima que estés borracho, porque…. No recordaras este beso que te doy con todo mi amor -. En ese instante se acerca lo besa en los labios muy suave y abrazándolo le clava un puñal en su abdomen. Lo deja allí esparciendo su sangre, inconsciente como él la dejaba a ella cada noche que le daba su cariño