jueves, 23 de junio de 2011


Despertar en medio de la brisa, encerrar los ojos en los pasillos de una casa vieja que huele a hierbas en la madrugada.Tirarse en la cama de hilos blancos, mientras la sangre hace estragos en la memoria. los pelos en mi cara me despiertan y entre las aguas estancadas de la casa de mi infancia se desvaneció al despertar. El color retoma al comienzo del día y de nuevo la búsqueda de las primaveras que quedan en las huellas en la arena marrón del sillón.

miércoles, 1 de junio de 2011

Dual


Ahora continua mi turno, de fondo Andrés Cepeda, al lado, como siempre Andrés Caicedo y en los dedos Sofía. Frente a la notebook. La interminable Sofía que me acompaña en cada párrafo desde hace tantos años. Y que, de cierta manera me negaba a darle final. Pero, las últimas noches se ha sentenciado su adiós. Desde la fría almohada que incendia el dolor en mi seno izquierdo anunciando la incertidumbre de lo que pasara a orillas del pasado, dejando las certezas de las mañanas en que desperté con las ganas de no continuar las historias de Sofía, dejándola allí arrinconada en el pc sin darle oportunidad de hablar, ni de descifrar lo obsoleto en que se convirtió la presencia. Sin embargo, escribir se ha convertido en más que una obsesión, se ha figurado como un estilo de vida. Una razón de perdonar el delirio y la danza entre mi cuerpo y la letra.

Palabras que vinieron sin decir adiós en los momentos donde las llaves que permanecen en mi han dejado cerradas las puertas de los vestidos que mantuvieron mi piel. Y que olvide frente al tintero que deje en el paso del tiempo. Donde después de un tiempo redescubrí quien aparentemente esta dentro de mi. Soy mala escritora pero quiero seguir escribiendo y me seduce la idea de hacerlo por el tiempo que corresponda. Tengo un genio del demonio, me enojan muchas cosas, personas. Las ventanas abiertas, las puertas cerradas, el sabor de un café mal preparado. También me enoja el miedo, miedo que me dan cosas absurdas: las gradas mecánicas, las piscinas, la mirada del búho en su ausencia. Quedar en silencio, pensar en la mesa de te…dibujar cigarrillos. Permanecer en el mismo lugar, enterrar los clavos de a dos en una tierra de estampida, mi silencio. Ese absurdo silencio que se mantiene para intentar mantener la cordura del día gris.

Y ahí Sofía intenta vivir, mientras yo me reusó a morir. Para darle vida por unas horas a ella quien toma mis letras para contar su historia, esa historia de viernes que se olvida siempre del martes.
¿Cómo permanecer en su memoria? Bailando la sonrisa testaruda de la noche y el centenario de sus sueños ha volado. Colores de fiesta en la mañana disfrutando de su vida en cada alborada terminando su verso para decirle adiós a cada tarde con su comienzo