domingo, 29 de noviembre de 2009

asi soy


Soy como una niña asustada

que busca sus muñecas para jugar al te

y en las 15 horas , cierra sus ojos

creyendo lo mismo de ayer.


Buscando insectos para cazar

ellos me hacen casas

en botellas y sus pisadas

me hacen huir.


y hoy me siento con mi cerveza

mirando el hueco de mi casa

que esta hecho para respirar.


tan pequeña en la urbe

me pierdo en tu voz

y busco


sin saber donde

los recuerdos en las mañanas

la promesa del pasado

en el futuro perfecto



tu recuerdo presente

tocas a mi puerta

y yo estoy dentro de tu almohada

busca dentro ahi mismo

en la mañana.





lunes, 23 de noviembre de 2009

BIOGRAFIA DE UN FANTASMA(II)


Al despertar, inician el vuelo las mariposas negras y marrones que acompañadas del humo rojo en la habitación, vigilan el sueño de mi cuerpo que se pierde, doblegándose ante los hijos de Abel cayendo entre las raíces lo oscuro en mí.

Con la noche y mi mejor vestido empieza este camino o tal vez; sea nada, donde el tutu perdió sentido, y mi piel se abraza a los labios que siempre se quedan en el silencio adecuado, quedándome en la noche congelada en el paso de las aves con todos los fragmentos de mi, esparcidos en mis hijos perdiendo en la gloria de un minuto al fin, pa’ buscar el misterio del lugar donde empieza el ritual. ¿Humo rojo? Me pregunto ahora, después de haberlo vivido en el cuarto de aquel hotel cerca de la casa grande del viejo Luis, no se como leer ese humo, como entender el acto. A veces apago el celular para desaparecer tras las cortinas y escuchar mis venas, queriendo vivir sin poderlo y sentir a los curas del pueblo intentando aliviar en el último aliento.

Y después de unas horas de sentir la tierra en mis manos, después de cavar profundo y enterrar mi olvido en las letras del tacto, mis ojos miran hacia el presente y se encuentra hoy, con bostezos de madrugadas de domingo y mi piel marcada por el tiempo donde los delirios caen en el presente de las cuentas de tantas veces. Nuevamente atrás del telón se cierra la fiesta y escucho la voz de tantas canciones de números que dicen vos. Tal vez ahora importen más los códigos esos, que dijiste hace tiempo que no importaban. Tal vez ahora veas el espejo y ahí mismo fracture mi aliento. Entender las palmeras en días de invierno sobre esa tumba dónde recae mi cuerpo, ese cuerpo que se perdió sin intento, mirando de lejos sentí la calma del no -ser en este tiempo.

Vestidos sin botones y baúles sin presagios son los que deambulan entre los huesos de mi cuerpo pintando en colores de fiesta mi anunciado funeral, cantares y risas por cada montaña, entre el Valle sofoca el encuentro de la alborada y el llanto de mañana. Café en la hora del te, sentir ahora que estoy muerta, mi madre llora mis días de ausencia, mientras mi tiempo permite el recuerdo. De nuevo veo sus ojos y de fondo la voz de sus cicatrices esperando un atardecer con olor a café y su camisa olvidada. Y yo aquí con mi cerveza frente a mi abandono y mi madre en el auto desterrando mi pensamiento. Sin darme cuenta los por quès de mi tiempo dejando en mi memoria los espejos de tus ojos dentro de mi, oyendo los reclamos de tu pensamiento. Tal vez buscando los diarios que guardan tus profecías de invierno. Y palideciéndome me cobije con tus sonidos, buscando recuerdos del futuro en el edificio 36, Calles de Cali, invadidas de viche y mis caderas intentando oscurecer. Te diría lo que en mis casualidades hoy sostienen, ayer te busque de prisa y quedo entre las 5 y 8, el papel vestido de gris

El pecado de mis sentidos y la estación, han liberado mi mente y en el tiempo del cuervo la tinta en mi cuerpo ha nacido, las espinas nacen de mis poros frente a la casa que ve pasar el tranvía. Descubriendo la nueva ironía en la letra de una canción olvidada, tal vez como yo. Y hoy me quedo aquí, sentada a la orilla del desierto esperando tu palabra perfecta. Esa que me obliga a pensar en mí. Y nuevamente escucho entre frases sin victorias y a Superlitio detrás de mis sentidos, agarrándome el cuello sentí de nuevo mi cuerpo. Han pasado tantas muertes, que hoy; ya no sé que vida vivo, solo escucho libertad de mi muerte… la libertad, es poder…

(Mañana tocaras a mi puerta).

*Biografía de un fantasma que camina buscando flores en el futuro, al otro lado de su pasado, estatura de cuerpos borrados y de teclados del tiempo.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Biografia de un Fantasma(I)


Entradas las horas, mirando el tejado con música de fondo. Esas canciones que del baúl han sonado, colección de discos que me transportan al tiempo en que viví. Muchas canciones de jazz olvidadas en el tiempo. Y en mi memoria retumban como nuevas melodías que sueñan voces de versos y lugares de sueños. Luces, de verano, botones abiertos; que, te dejan entrar. Suena mi celular, y al mirar la pantalla veo el nombre de mi madre, quién me avisa que es hora de vernos vestirme para ir a su casa, tal vez logre triunfar y esta vez no me juzgue más. Escribir historias en mi cabeza para contárselas hoy. Historias que, ella quiere oír, de sueños de ella, en mí. Desde muy pequeña, mi madre y yo; no hemos entablado una buena relación. Siempre peleábamos hasta por el color del tapiz, que viste el sillón. Y así, la música, las letras y las películas, fueron creando mi realidad, cuando era niña podía pasar tiempo en casa creciendo en la depresión de mi madre o rendir tributo al jazz; dibujar en mi melancolía imágenes a blanco y negro que narraban las vidas de aquellas mujeres seducidas por el piano , el tabaco y un poco de ron . Viajantes errantes de feminismos bajo cementerios de gaviotas que dejaron de volar. Cuando conocí, las mujeres con voz, en aquellas canciones de guerra y piedad. Escritos de razas y mujeres cazadoras, canciones de fiesta y victorias en sus credos. Empecé a crear mis sueños de brujas y cercana guerrera que a selvas de cemento quería irse a cazar. Vivir en el pueblo, de vírgenes, santos y el Señor de los milagros, gritando oraciones, buscando sanar, dejó de seducirme. Ella empañaba sus ojos justificando sus sacrificios por el amor de madre y gritando las pocas gracias que yo le daba, por intentar volar. Volar con la música, y las imágenes de dejar la física y química atrás, tratados poco explorados por mí. Cuando conocí el retorcido humor de la ironía y cuán valerosa era en mí. Disfruté de cada imagén qué, cada momento se quedó, la imperfección de un vestido azul en la poca coherencia de mi cuerpo.Calles pintada de luz, bosquejos de nubes grises y a veces marrón. Soledades infestadas de calles con olores a salsa, sabor a chontaduro y pandebono, Arepa y guaro.Cali, con sus palmeras, brisas y risas. Danzas y fiesta con piel morena, negra de raza; sabor a caña.Smog de calles y banderas. Donde los buses llevan a su gente en las mañanas, cuestiones de camello y colores de razas. Fotos sin color, quintas sin olvido, recuerdo de domingo, con las misas sin padres y monjas que pecan sin habito y sin su Dios. Las tribus se metieron en la piel, astillaron mis sentidos. Olvidando cuando me fui y tal vez no volví. En los años de academia, el viejo barril se rompió, las tenues mañanas de verano, inundaron con mucha lluvia mi cuerpo de melancólicos momentos de anorexia; mi cuerpo golpeado de tanto dolor y poca comida. Asesinando día a día mis sentidos y perdiendo la poca sangre que mi aliento corresponde a los minutos infestados de depresión y muerte permanente. El olor a muerte matutina cada vez seducía más mis sentidos, entre los sexos perdiendo la poca creencia en los ojos del perdido amante. Muerte que se pierde entre las calles mojadas y mi cama en el recuerdo del amante que traicionado siempre tuvo el estereotipo de vida en mí.Volviendo a contar las veces que mi prosa se quedo encerrada entre los muros del insomnio y los anillos de coco que esperan en la mesa cada día. Para que, los coja y vuelva a buscar la misma oportunidad. Mi madre nuevamente me grita sin cesar su descontento permanente por no ser yo; esa mujer de casa, cocina y de actuar la escena un poco mas.. Donde ella podría tejer sus sueños y vender los míos al mejor postor. Dejándome desnuda sin dioses para creer. Mis noches se tornaron frías y suicidas con la ida de mi amante a otras camas y sin remordimiento de la nueva Luna que crecía en mí. Vidas de nuevos caminos, mundanos de nuevos encuentros, esqueléticos cuerpos con cervezas y con los senos llenos de cenizas del viejo cigarro. Las lunas se han caído, sus ojos melancólicos me perdonaron. Sin mi amante, con la noche sin luna, con pesadillas y muchos helados de arequipe. lluvias sobre mí. Mis venas han manchado las escrituras de las canciones con pianos, que; ya dejaron el blanco y negro atrás. Esa colección de música que, me seduce y muerde los delirios de las noches de ayer. Con su caída, con su momento, Conocí la última gota de otoño entre sus ojos y las historias de sus dudas quebraron la marca de mi ombligo. Perdiendo la sangre y perdiendo el pensamiento, su minúsculo destierro y la creación de sus raíces, han escrito en los callos de mi voz. Sexos marcados en pieles de arena, que se pierden y callan, en un día.



Esta es la hora donde suena Janis, con su desafiante voz y palabras que encierran mis sentidos a los ruidosos pensamientos que me tiran al suelo. Escucharla es un sacrilegio en días de invierno, como dicen en el sótano de la casa vieja y olvidada donde están los recuerdos manchados de vos. El reloj sigue su curso, no quiero que avance. Grito con tono desesperado que pare, calle ese sonido parcial de militancias de quehaceres hoy. Trás un escritorio esta mi cuerpo; que suplica por un mes de calma, mi cuerpo está cada vez, más herido. Más ciego, sin posibilidad de moverse ni un paso más; zetas en mi mente deambulan en mi tiempo, durmiendo sin querer entre violencias y cerrojos. Abrir la puerta antes de confesar los miedos, es abrirla al mayor de ellos. En bocas agrias y sabores dulces el pecado se postra en mí y el olor se hace cada vez mayor. Putrefacto, alucinógeno, Violencia entre mi mente y cuerpo, sin dejarlos salir. Miedos de guerra, miedos de olvido, perdones que han hecho sesgar el tiempo. Tomar café a borbotones y con mi soledad acompañada de tequila, calmar la ansiedad de una noche. Sueños perversos de mi piel y escritos en ella, con tinta marrón de fondo como en aquel bar…“Pour un oiseau Qui passe, pour un roseau, Pour une ombre, pour un rienJusqu'à ce que tombe la nuit Tombe, tombe la nuit Jusqu'à ce que tombe la nuit”Llamando la atención de mis ansiedades, aquella melodía despierta mi piel al marrón de su tinta, que; en sus agrios matices seduce mi pensamiento ante su verbo. Como ave de paso en la noche, la canción de sus verdes ramas. Mi piel se marchita y augura el alba. Sus ojos se pierden entre las hojas escritas y los libros de tantas caídas en mi abdomen. Sus letras convierten mis pesares en venturas y mi aliento en su espalda recae. Ante la juventud de sus temores mi disfraz de valentías permanentes empieza el otoño de imágenes rojas y cande de piezas de tonos a de pocos saxos y sabor a humo permanente. ¿Recuerdas el sabor de la avenida?Avenidas de tiempos olvidados, melancólicos caminos, que; en incendios han quedado. A veces despierto ansiosa después de una fuerte pesadilla dónde me siento como una hormiga bajo la piel de los niños jugando a cazadores de insectos. Así, recuerdo la avenida, donde fui tan pequeña que olvidé mis sueños y postre los tuyos en el lugar sacro de mis silencios. Hablar de ser sensible no es la mejor de mis glorias y con las mariposas en mi bolso, es más difícil escuchar mí voz al caer de nuevo. De regreso a la novena esquina doblo mis dedos y cierro mis ojos, intentando creer qué sólo me hace falta respirar. Al no lograr convencerme de esta tesis. Busco mi cigarro y el mp4 donde puedo encontrar el aniquilado aliento de las canciones que pierden la verdad y recordar dos veces el olvido. Ruidos de cenizas, aclamando los tonos de la música que sonríe silencios y sostiene la ironía de mi pequeña verdad. El sabor de la avenida dónde tropecé con mi sombra y me di cuenta que huí siempre de mi. Queriendo complacer a mi madre en su gracia, y en mi culpa sanar el capricho de ser la octava pesadilla de ella, donde jamás convirtió un mural de desechos en un minuto de esperanza. Donde perdió la vivencia por olvidarse de mí, queriendo creer en mí a la mujer que olvida sus textos por ser un maniquí que olvida su credo. Al darme cuenta que perdí la quinta prueba y que huía de mis sentidos, tome la tijera por el borde gris, y llevándola hacia mi pelo corte en un minuto la larga presencia de este. Dejando mi cuello y la libélula pintada descubiertos. Permitiéndole volar e iluminar hacia el sonido de los carros con colores berenjena en mi cabeza que atropellan las pinturas blancas y recuerdan aquella muerte en 1997, la primera de tantas muertes, cinco minutos bajo el túnel de los vivos, intentando en el viejo hospital de aquel pueblo venerado por las palabras papales, vivir un segundo, saborear el chocolate en un beso nada más. Abrí mis ojos para darme cuenta de que aprender de nuevo el esquema social seria mi causa de pena, y entre los viajes verdes y catatónicos momentos, ¿Recordás el primero de estos viajes? Tal vez en el mismo lápiz con su caminar a pleno después de las copas y vestidos de papel, la catatonia llegó a la ventana y a orilla de la avenida se enciende la luz del carro de fiesta. Olvidando quien fue y por que perteneció .