Las ideas se convierten en movimientos rápidos y demasiadas veces confunde la claridad del día; todo se nubla, se pierde se torna en mi contra. El humor besa lo tórrido e inexplicable; sediento y enfadado. Lo lejano es cada vez más cercano y lo cercano más lejano. Anillos de coco en la mesa de noche que escuchan el silencio de mi falta de poesía. Derritiéndose antes de la mañana; presintiendo la llegada de la espera de un grito semejante a la alborada.Óleos de cuentos de hadas donde las cascadas rinden su prosa ante las ceremonias de la luz crepuscular de la tez del pensamiento y sus discípulos. Los cuervos que se postran ahí mismo; intentan perpetuar la muerte entre mi cuello y su sangre; capaz de segar lo que una vez, intentó amar. Tomando con sus manos los sentimientos puros que cada vez supo encontrar. Escritos de oscuridad, versos del tiempo, que sostienen en la eternidad; el mismo momento que cristalizó el sabor de su vino y en manchas en su blusa caída; decidió amanecer. Olvidándose de su sabor y sintiendo su corazón; se permite estar entre el parapente y el mar, entre sales y vientos. Un minuto nada más. Ideas extrañas, pensamientos colapsados, caricias sensatas entre sus lupas y nubes; rápidas y estrechas; emociones perversas de una mente incapaz de escuchar el recuerdo de un presente y su afán de perdurar.
